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¿No será tiempo de crear un Ministerio del Agua?

El agua dulce es sin duda un elemento vital en la vida del hombre. La agricultura, la industria y obviamente, las ciudades requieren de este líquido elemento para su subsistencia. Se estima que más de mil millones de personas viven actualmente en zonas con escasez hídrica y ésta se incrementa día a día. Los expertos creen que en 5 años más, hasta 3.500 millones de personas podrían sufrir escasez de agua.

Las noticias nos muestran derretimientos de glaciares a una velocidad nunca vistos, en prácticamente todos los continentes donde se acumulan estas apetecidas reservas de agua dulce. Lagunas y ríos que se secan, mientras los desiertos amarillean los mapas geográficos de terrenos que antes fueron bosques y pantanos. Es una realidad que nos duele.

El Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por su sigla en inglés) en su último informe publicado en agosto, indicaba que Chile y otros 16 países, que representan en conjunto el 25% de la población mundial, enfrentan “estrés hídrico extremo”.

Charles Iceland, director de Iniciativas de Agua Globales y Nacionales del WRI, explicó a un periodista de La Tercera que, esta calificación indica que “es probable que no todos los usuarios puedan acceder a toda el agua que necesitan para sus actividades personales y económicas, que disminuyan los niveles de agua subterránea, y algunos ríos incluso se pueden secar”.

Chile, desde el 2010, ha presentado un déficit de lluvias que no ha logrado revertirse. Si bien 2020 ha sido generoso en precipitaciones, dado que junio se transformó en el más lluvioso en 15 años y julio el mes con más precipitaciones sobre Santiago en 14 años, aún mantenemos un 30% de déficit a nivel nacional pero, es un hecho que, nunca más las precipitaciones alcanzarán los 300 mm anuales. En 2016 solo se registraron 268,7 mm; en 2017 hubo 278,4 mm y en 2019 apenas llegamos a 82 mm.

Actualmente, existe una cantidad de organismos estatales que participan en normativas y regulaciones del agua dulce. Entre estos, destaca la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) un organismo que depende del Ministerio de Obras Públicas y se encarga de la normativa y fiscalización de las empresas concesionarias que prestan los servicios de agua potable y alcantarillado. También son organismos del MOP, la Dirección Regional de Aguas (DGA), cuyas funciones son planificar el desarrollo del recurso hídrico en las fuentes naturales para formular recomendaciones sobre su aprovechamiento, entre otras funciones; el Instituto Nacional de Hidráulica, que realiza diversos proyectos; la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH); la Dirección de Planeamiento de agua potable rural y la Dirección de Vialidad.

Por otra parte, también tienen injerencia en el agua y su uso, el Ministerio del Medio Ambiente; el Ministerio de Agricultura, a través de la Comisión Nacional de Riego (CNR), el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP); el Ministerio de Salud, a través del Departamento de Programas sobre el Ambiente, que vigila los servicios de distribución de agua potable y la calidad del agua en cauces naturales, en particular en zonas sensibles, etc.

Frente a la grave situación que afecta a nuestro país y a la urgencia por resolver la crisis hídrica, que afecta especialmente a la zona centro y norte del territorio nacional, lo lógico sería, tal vez, la creación de un Ministerio del Agua, que asumiera un papel central y único en la administración de nuestro recurso más importante para la vida del hombre. Así, se podría desarrollar una Política Nacional del Agua, tal como se hizo con la Política Nacional de Energía; y hoy lo hace el Ministerio de Minería con la Política Nacional Minera 2050, buscando establecer una línea de acción de largo plazo, independiente de los gobiernos de turno.

Actualmente, son varias las compañías mineras que, para solucionar sus problemas de agua, especialmente en la zona norte, están utilizando plantas desaladoras para suministrar el vital líquido a sus procesos productivos y, a la vez, favorecer a las comunidades que viven en su entorno.

No podemos desconocer el enorme potencial de nuestro maritorio, como fuente generosa de agua. Chile ya tiene el know how. Perfectamente, podríamos crear una gran industria nacional de plantas desaladoras que absorban mano de obra de norte a centro-sur de nuestro país y convertirnos en exportadores de esa tecnología para la región, al mismo tiempo que podamos reducir el déficit de agua que comentamos. Nuestras universidades y las nuevas generaciones tienen en esto un enorme desafío. Un Ministerio del Agua, contribuiría a dar el impulso que se necesita para lograrlo.

Silvia Riquelme
Directora
www.guiaminera.cl

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