- Por Álvaro Merino Lacoste, director ejecutivo de Núcleo Minero, especial para Guía Minera. //

Recientemente el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció su intención de imponer aranceles de 50% al cobre, a partir del 1° de agosto de 2025, con el propósito de fortalecer la industria local.
Al respecto, considero que en esta materia hay que tener cautela, por cuanto solo conocemos el titular de la noticia y no su desarrollo. En efecto, no se ha emitido una orden ejecutiva sobre la materia y no se conocen los términos y características de la eventual tasa arancelaria, a cuánto ascendería ni a que productos se aplicaría. ¿Cátodos?, ¿concentrados?, ¿blíster?,¿a qué países? ¿por cuánto tiempo?, etc. Las variables son muchas.
Se debe tener presente que, Estados Unidos considera al cobre como un mineral crítico, es decir, esencial para la seguridad nacional y económica, de modo tal que requiere asegurar su abastecimiento. Una eventual tarifa arancelaria encarecería este producto y dificultaría su suministro expedito. Es preciso recordar, que la gran nación del norte, de acuerdo a su Servicio Geológico, es deficitaria en cobre, por cuanto, produce del orden de 1.100.000 toneladas y consume 1.800.000 toneladas. Por tanto, cuesta comprender la motivación de esta eventual medida, en circunstancias que necesita un abastecimiento expedito.
Por cierto, ante el aumento de la probabilidad de que Estados Unidos aplique aranceles al cobre, debido a eventuales costos más altos y a fin de asegurar el abastecimiento, se están anticipando las importaciones y se están desviando suministros destinados a Asia, ello explica el diferencial de precios futuros entre Comex y la Bolsa de Metales de Londres. No obstante, se debe tener presente que el principal consumidor de cobre del planeta es China, que capta el 60% de la demanda mundial por este metal.
Si bien, se están produciendo compras anticipadas y desviación en el suministro de cobre, lo relevante, en este mercado, es el comportamiento de China. A este respecto, las autoridades del gigante asiático están tomando medidas para estimular su economía y fortalecer su demanda interna, fijando su objetivo de crecimiento para el presente año en 5%, a pesar de un entorno externo más desafiante, lo que, por cierto, es una clara muestra de confianza y un anticipo de un mayor apoyo político a la demanda interna, lo que naturalmente está impulsando la demanda por cobre.
Una de las principales preocupaciones de la aplicación de aranceles por parte de Estados Unidos y un escalamiento de la llamada guerra comercial entre los dos gigantes del planeta, es el impacto que puede generar en el comportamiento de la economía mundial. Al respecto, lo que está en juego, más que una disputa comercial, es la futura hegemonía mundial.
Las perspectivas para el cobre en el mediano plazo son promisorias, por la creciente demanda, debido al crecimiento de la electromovilidad y al desarrollo de las energías limpias, en tanto que se observan restricciones en la oferta, porque cada día es más difícil hacer minería, debido a menores leyes, necesidad de mayores recursos para inversión, limitaciones al financiamiento, normativas ambientales y comunitarias más exigentes. La llamada “licencia social”, es una muestra de esto, además de que parte importante de los nuevos proyectos se encuentran en zonas potencialmente inestables, como es precisamente el caso de África.
Chile es el principal proveedor de cobre en Estados Unidos. El año pasado enviamos 600 mil toneladas a ese mercado, lo que representa el 10,3% de los envíos físicos de cobre del país, por un monto de US$5.700 millones, esto es, el 11,5% del valor de los embarques del metal rojo de Chile al mundo, en tanto que las exportaciones totales de cobre, de acuerdo a Cochilco, alcanzaron a US$49.500 millones.
Si eventualmente se restringe el ingreso de cobre de Chile a Estados Unidos, naturalmente que va a afectar nuestras exportaciones y por esa vía la economía nacional, debido a que Estados Unidos es el segundo destino de los envíos de cobre del país al mercado mundial, en tanto que China, como primer comprador, capta el 52% del metal rojo que vende nuestro país.
Una disminución en la cotización del cobre, afecta los retornos del exterior y el financiamiento fiscal, pues por cada centavo de dólar promedio anual que disminuya el precio del cobre el país deja de percibir US$120 millones por concepto de exportaciones y el fisco US$60 millones por menores ingresos provenientes de impuestos a la minería privada y excedentes de Codelco.
Considerando que los primeros anuncios sobre esta materia se hicieron a comienzos de año, las compañías mineras tomaron debida nota de esta situación y han elaborado planes de contingencia ante la eventualidad de que esta política se concrete, de modo tal que, estimo, hay que tomar esta situación con mesura, pues las empresas mineras tienen alto nivel de competencias y sabrán actuar en consecuencia.
Por cierto, si se imponen restricciones al ingreso de cobre chileno a Estados Unidos, habrá que aplicar las disposiciones sobre solución de controversias que establece el Tratado de Libre Comercio, vigente desde el 1° de enero de 2004 y aplicar planes de contingencia, destinando nuestro principal producto minero y de exportación del país a otros mercados, evaluados previamente por las compañías mineras. En este sentido el mercado por excelencia es Asia, donde se destacan China, Japón y Corea del Sur, países donde se envió el 69% del cobre que Chile despachó al exterior. No obstante, como se mencionó al comienzo de esta nota, no hay claridad respecto de las características y alcances de esta política, de modo tal que hay que estar preparados y tener cautela, porque esta es una noticia en desarrollo.