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El poder de un aliado para el liderazgo femenino

  • Por María Paz Núñez, Vicepresidenta de Ausenco Chile. //

María Paz Núñez, Vicepresidenta de Ausenco Chile

Cada día son más las mujeres trabajando en la minería, pero ¿cuántas llegan realmente a cargos de liderazgo y cuántas son parte de los espacios donde se toman las decisiones que definen el futuro de las compañías? Las cifras nos muestran una brecha. Y es que, si bien el número de mujeres ha aumentado, la presencia femenina en puestos de liderazgo sigue siendo mínima, sobre todo cuando se incluyen a la mediana minería y a las empresas proveedoras.

Ahí está el desafío actual. Porque no basta con sumar más nombres femeninos. La equidad no se mide solo en porcentajes, sino en impacto real. Necesitamos acompañar al talento femenino con planes formales de desarrollo, mentorías y oportunidades de aprendizaje que no solo reconozcan el potencial, sino que lo impulsen para convertirlo en liderazgo.

Creo que, en el contexto global actual, la figura del aliado se vuelve más importante que nunca. Ser un aliado no es solo “querer” ayudar; es “hacerlo” activamente, incluso cuando implica exponerse, asumir riesgos y potenciales costos. Es utilizar la propia experiencia o posición para abrir una puerta a alguien más, especialmente cuando esa persona no ha tenido las mismas oportunidades históricas.

En la minería, y en tantas otras industrias tradicionalmente masculinizadas, el aliado puede marcar la diferencia entre una carrera que se detiene y una que prospera. Lo experimenté personalmente antes de asumir el cargo de Vicepresidenta de Ausenco Chile. Mis propios sesgos me hicieron dudar de mis capacidades para desempeñar un rol de esta magnitud. Y ahí radica la esencia del cambio: poder contar con aliados que, con convicción, eligen desafiar los modelos convencionales asumiendo el riesgo que esto conlleva.

La valentía de ese aliado no estuvo solo en dar una oportunidad, sino en acompañar el proceso. En corregir sin desmotivar, en guiar sin imponer, en mantenerse presente, cuando era más fácil tomar distancia, y en prepararme para este cargo. Tres años después, esa apuesta se transformó en liderazgo consolidado. Y con ello, en una inspiración para muchas otras mujeres que hoy buscan su propio espacio.

Imaginemos lo que pasaría si cada mujer líder tomara el compromiso de apoyar el desarrollo profesional de otra mujer. El efecto sería exponencial. Y lo mismo si cada hombre en un cargo de toma de decisiones entendiera que la equidad es una oportunidad para fortalecer la organización. “Todo lo que necesitas es una persona”, dijo Simon Sinek. Una persona que te diga “creo en ti” y esté ahí cuando las cosas se ponen difíciles. A veces, una sola persona tiene el poder de transformar una vida profesional por completo.

 

 

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