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El salto hacia la transformación requiere de pasos primero, y de primeros pasos

  • Por Fernando Lucchini Arteche, Presidente Ejecutivo Corporación Alta Ley. //

Fernando Lucchini Arteche, Presidente Ejecutivo Corporación Alta Ley.

Hace algunos días un importante ejecutivo minero nacional me consultó sobre “los tres principales problemas por los cuales la gran minería chilena no innova más y no incorpora más rápida y profundamente nuevas tecnologías”. Al mismo tiempo, me preguntaban por otra parte “cómo la industria puede abrazar una transformación real – productiva, sustentable y tecnológica – y mostrar que la innovación no solo es una herramienta, sino que un imperativo estratégico”. Y en mi opinión, ambas respuestas claramente confluyen (la primera explica la segunda), lo que me llevó a escribir esta columna para cerrar el mes de la minería con una invitación a la transformación.

Al momento de responder la primera consulta, tras una breve reflexión y algunas conversaciones, rápidamente las ideas convergieron hacia las siguientes tres causas como las principales de ese diagnóstico, que nos llegan desde la propia minería: Cultura, Inversión/Financiamiento y Regulación.

Procedo a explicar más profundamente cada una de estas causales:

  • Cultura: La cultura de innovación es un bien escaso. Mucho se habla de cómo se da ésta en Silicon Valley; muchos son los papers y el conocimiento popular que circundan sobre esto, pero la mayoría de los intentos de imitar a estos referentes mundiales de la innovación, a pesar de todo este conocimiento, han fracasado rotundamente… porque la verdadera cultura de innovación requiere de mucho coraje.

Para innovar hay que atreverse a invertir en probar y fallar, un escenario no deseable para cualquiera, y difícil de justificar y defender corporativamente de manera sostenida. Al mismo tiempo, hay que atreverse a colaborar, ¡con la cadena de valor y con tus competidores!, y nos enfrentamos a la realidad de que el capital social de Chile en ambas dimensiones, “colaboración” y la subyacente “confianza”, es el más bajo de la OCDE (por lejos). Asimismo, se debe sostener una visión de largo – muy largo – plazo, que constantemente monitoree e indique la necesidad de acción sobre las potenciales disrupciones del futuro. Lo que, además de los cambios tecnológicos, incluso puede considerar potenciales cambios en los modelos de negocios, y cuya acción implica desviar cierta atención, y parte del valor alcanzable en el presente, hacia el futuro.

Sin embargo, la situación actual respecto del grado de innovación nacional surge de manera natural en minería, ya sea por lo caro de fallar y detener el proceso productivo en el sector, así como por las características generales del mismo.

Figura 1

Lo que, según describía Keith Pavitt en su paper de 1984: “Sectoral Patterns of Technical Change: Towards a Taxonomy and a Theory”, recae en una innovación “dominada por los proveedores”. Ahora bien, esta cualidad natural se puede ver potenciada tanto por la realidad nacional, en lo que refiere a la confianza y la colaboración, como por sistemas de medición de desempeño centrados sólo en el valor de corto plazo (producción anual, reducción de costos, valor de la acción, etc.). Y, consecuentemente, consolidarse en una acentuada reticencia cultural a probar y desarrollar tecnologías si no son validadas ex-ante en otro lado. Asimismo, cualquier tiempo de bonanza no ayuda en este sentido, y a mayor el ingreso y/o el margen de la operación, más fácil es caer en el dilema del innovador, otro problema natural.  (Ver Figura 1)

  • Inversión / Financiamiento : El punto anterior sobre la cultura ya mencionaba dos veces el tema de la inversión: invertir en probar (y “fallar”), e invertir en el futuro. Ninguna de las dos suena como una alternativa atractiva en el corto plazo, lo que desemboca naturalmente en una subinversión en innovación asociada a cambios. Y es relevante la distinción final “asociada a cambios”, pues la mejora continua de procesos en la minería – lo que técnicamente también constituye innovación – está muchas veces cubierta por los presupuestos operativos. Pero es en la innovación disruptiva donde se genera esta inconsistencia de largo plazo y, por ende, la subinversión del ecosistema.
Figura 2

Esta situación en el mundo corporativo es especialmente influyente en la capacidad de innovación de un ecosistema. Pues, una de las razones por las que Silicon Valley nació, creció y se ha mantenido como el gran epicentro de la transformación global es, sin duda alguna, el volumen de inversión constantemente disponible en su ecosistema. La innovación es un negocio de grandes números. Muchas veces se falla, pero esos pocos intentos que logran el éxito pagan con creces todos los malamente considerados fracasos. Y para generar aquel fundamental volumen de inversión, los CVC, o Corporate Venture Capitals, tienen mucho que decir. Si bien éstos en Estados Unidos representan sólo cerca de un 20% del “deal count” (número de inversiones totales), por otra parte, representan cerca de un 60% del “deal value” (valor total) de las mismas inversiones. Por ende, éstos son el grueso del volumen que se necesita para sustentar un ecosistema de innovación. (Ver Figura 2)

No obstante, en Chile esto no es sólo una situación corporativa, ni tampoco sólo minera. El gasto en I+D del país es, nuevamente, el último de la OCDE, representando aproximadamente un 0,3% del PIB. Y, nuevamente, por lejos. Un orden de magnitud bajo el promedio de la misma OCDE (que bordea el 3% del PIB), e incluso más de un 70% debajo del promedio mundial, el que oscila en torno al 1,2%. Y estas proporciones se mantienen grosso modo para el sector público.

  • Regulación: La situación del marco regulatorio nacional para la innovación es un aspecto del que se habla hace décadas. Y de manera creciente en los últimos años dada las contingencias locales e internacionales. Y si bien la regulación cumple más de un rol en cualquier ecosistema, no se debe olvidar jamás el paradigma de ésta como habilitante de la inversión, la innovación y, por ende, de la transformación.

Por lo mismo, desde la Corporación Alta Ley trabajamos diversas aristas para promover y consolidar una regulación robusta y que no coarte la innovación. Desde un rediseño y recomendaciones de modificación al Decreto Supremo (D.S.)132, que permitan agilizar la permisología asociada a las pruebas tecnológicas; recomendaciones para el D.S.248 y la Ley 19.300, con el fin de permitir y facilitar la innovación en materias de sustentabilidad minera y economía circular, y hasta la mejora, desarrollo y adopción de normas técnicas que den: robustez a las decisiones asociadas a permisos, disminuyan la incertidumbre en los procesos de aprobación tecnológicos y ambientales, y faciliten la innovación e incorporación de nuevas soluciones en materias de relaves y escoriales mineros, como la nueva NCh.163. (Corporación Alta Ley)

 

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