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La Veta Eléctrica: El futuro de la minería chilena se carga con cobre

  • Por Rodrigo Serrano, Vicepresidente Corporativo de Innovación y Desarrollo de Wisetrack Corp. //

Rodrigo Serrano, Vicepresidente Corporativo de Innovación y Desarrollo de Wisetrack Corp

Cuando pensamos en vehículos eléctricos, imaginamos autos silenciosos por la ciudad. Pero ¿y si les dijera que la mayor revolución eléctrica está ocurriendo a 4.000 metros de altura, con camionetas moviéndose en túneles y camiones del tamaño de una casa?

La gran minería chilena ha iniciado una transformación silenciosa pero imparable: el cambio de sus gigantescas flotas diésel a la electromovilidad. Y no es una simple “moda verde». Es una jugada estratégica fundamental para su supervivencia y liderazgo.

El cambio es, primero, una cuestión de números. Operar un camión eléctrico puede ser hasta un 70% más barato que uno diésel, y sus costos de mantenimiento se desploman. En la gran altitud de los Andes, donde los motores a combustión pierden potencia por la falta de oxígeno, los eléctricos funcionan a su máxima capacidad sin inmutarse. Esto se traduce en mayor productividad: más mineral movido en menos tiempo.

Pero la ecuación va más allá de la eficiencia. Al electrificar sus operaciones, la minería chilena no solo reduce su huella de carbono, cumpliendo con metas nacionales e internacionales. También aborda una de sus mayores preocupaciones: la licencia social para operar. Eliminar las emisiones de gases, el uso de lubricantes contaminantes y el ruido ensordecedor de los motores diésel mejora drásticamente la calidad de vida de los trabajadores y las comunidades aledañas.

Como “bonus track” se crea un círculo virtuoso: Cada vehículo eléctrico necesita mucho más cobre que uno convencional. Al adoptar la electromovilidad, la minería se convierte en su propio cliente, impulsando la demanda global del metal que extrae y asegurando su prosperidad futura.

Este no es un sueño a futuro. Gigantes como Codelco, BHP y Antofagasta Minerals ya están liderando proyectos emblemáticos, desde flotas de buses para personal hasta pruebas con los enormes camiones de extracción.

El camino no está exento de desafíos, como la necesidad de una infraestructura de carga robusta y personal calificado. Sin embargo, la dirección es clara. La electromovilidad no es solo una opción; es la veta principal que llevará a la minería chilena a consolidar un doble liderazgo: como el mayor productor de cobre del mundo y como un referente global de una industria sostenible e innovadora. El futuro de la minería se carga con electricidad.

 

 

 

 

 

 

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