- Por Gonzalo Ureta, Gerente General de COVISA. //

La implementación de la Ley 21.172, conocida como “Ley Chao Cables”, marca un hito para el país. Lo que comenzó como un proyecto urbano para despejar el paisaje aéreo, hoy se revela como una transformación estructural del sistema eléctrico y de telecomunicaciones.
El retiro masivo de cables en desuso no solo busca embellecer las ciudades: también representa un paso decisivo hacia una red más segura, moderna y resiliente.
Desde COVISA interpretamos este cambio como una oportunidad para repensar el ciclo del cobre, fortalecer la seguridad del sistema eléctrico y proyectar el país hacia infraestructuras subterráneas y sostenibles.
Resiliencia eléctrica: el nuevo estándar del siglo XXI
En el lenguaje técnico, una red eléctrica resiliente es aquella capaz de resistir, adaptarse y recuperarse rápidamente frente a fallas, emergencias o eventos externos —ya sean climáticos, técnicos o humanos—. Y en ese sentido, la Ley Chao Cables aporta directamente a la resiliencia del sistema de distribución.
Cada cable que se retira reduce un potencial punto de falla. El orden no sólo mejora la estética urbana: fortalece la confiabilidad y seguridad de la red activa.
Durante años, los tendidos aéreos saturados se convirtieron en un riesgo silencioso: cables sueltos, envejecidos o abandonados podían generar cortocircuitos, incendios o interrupciones del servicio.
Al despejar el entorno físico de la red, se eliminan vulnerabilidades estructurales y se facilita el mantenimiento preventivo, condición esencial para garantizar continuidad operativa.
Una red ordenada es una red más segura. Y una red segura es, por definición, una red más resiliente. Pero la resiliencia también se construye mirando el futuro. Para nosotros como COVISA, la fortaleza del sistema no depende solo de su capacidad de resistir, sino también de su capacidad de evolucionar: integrar materiales más seguros, procesos más limpios y modelos productivos más sostenibles.
Reciclaje con propósito: hacia un cobre verdaderamente circular
Aunque el cobre es un recurso estratégico para Chile, no todo el metal presente en los cables retirados puede reutilizarse directamente en instalaciones eléctricas. Requiere procesos industriales que aseguren su desempeño eléctrico y mecánico.
El cobre recuperado necesita pasar por fundición y refinación controlada para garantizar su pureza y mantener sus propiedades eléctricas y mecánicas. Este proceso requiere tecnología adecuada para separar con precisión los componentes de un cable: el cobre, el PVC, el XLPE y otros materiales aislantes o retardantes de fuego. Chile tiene la capacidad industrial para avanzar en eso, y COVISA es parte de ese esfuerzo.
Desde la experiencia industrial, nuestra empresa promueve una visión integral del ciclo del cobre, que no termina en el cable, sino que se reinicia en cada proceso de valorización. La clave está en articular cadenas de reciclaje certificadas, que garanticen trazabilidad del material, evitando que toneladas de cobre recuperado terminen en mercados informales o procesos sin control ambiental.
En nuestra planta de Viña del Mar, ya aplicamos modelos de economía circular, recuperando residuos de cobre y compuestos aislantes como PVC para ser reciclado o reincorporado en sus procesos productivos. Otros materiales como el XLPE y componentes HFFR son trabajados con partners estratégicos, asegurando su reincorporación en nuevos ciclos productivos bajo estándares ambientales exigentes.
Ese conocimiento industrial puede ser una base valiosa para desarrollar, junto al sector público y gremios eléctricos, protocolos de reciclaje y trazabilidad post-Chao Cables, que garanticen un manejo responsable de este nuevo flujo de material.
Subterranización: el paso siguiente en la modernización eléctrica
La Ley Chao Cables es un punto de partida, no de llegada. Una vez despejado el paisaje aéreo, Chile deberá avanzar en infraestructura eléctrica y de telecomunicaciones subterránea, un paso indispensable hacia ciudades más seguras, ordenadas y resilientes.
Este cambio no sólo responde a criterios estéticos o urbanos, sino a una visión técnica de largo plazo, que busca reducir la exposición a eventos climáticos extremos y mejorar la seguridad pública en entornos densamente poblados.
Las redes subterráneas son más seguras frente a eventos climáticos extremos, reducen pérdidas, minimizan interrupciones y aportan estabilidad a la red de distribución.
La resiliencia también depende del conocimiento. No basta con enterrar cables: Chile necesita una transición eléctrica ordenada, con materiales confiables, normas exigentes y empresas comprometidas con la calidad.
Mirada de futuro: más que cables, conexiones
La Ley Chao Cables abre una oportunidad inédita para Chile: limpiar el cielo, pero también ordenar el subsuelo. Y en esa tarea, el cobre —este metal que nos conecta con nuestra identidad industrial— puede volver a cumplir un papel protagonista, no como residuo, sino como recurso circular.
La resiliencia eléctrica no se construye con una sola medida. Es el resultado de muchas acciones coherentes: retirar lo obsoleto, reciclar con responsabilidad y construir con visión de futuro. Desde COVISA, entendemos que la energía del mañana no solo debe fluir, sino también resistir, adaptarse y perdurar. (Más información: covisa.cl )