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Elecciones e incertidumbre laboral

  • Por Rodrigo Correa, psicólogo laboral y fundador de Valora People. //

Rodrigo Correa, psicólogo laboral y fundador de Valora People.

El mercado laboral chileno transita un fin de año complejo. La alta tasa de desempleo es más que una cifra macroeconómica, sino que la realidad de miles de familias que ven cómo la búsqueda de una nueva oportunidad se vuelve cada vez más cuesta arriba. Este escenario se ve agravado por un factor cíclico, pero intenso: el período eleccionario.

Generalmente, la incertidumbre política actúa como un freno de mano para la inversión privada. En un año marcado por votaciones y debates constitucionales/políticos, las empresas adoptan una postura de cautela extrema.

Esto deriva, además en menos contrataciones a largo plazo.  Las compañías, especialmente las de mayor tamaño o las que requieren grandes capitales, optaron por posponer decisiones estratégicas, y la creación de nuevas vacantes estables y permanentes es la primera en ser sacrificada.

Esta “prudencia” se traduce en un estancamiento para los perfiles profesionales y técnicos, que buscan reinsertarse o avanzar en su carrera, generando una sensación de parálisis en sus proyectos personales.

La incertidumbre se convierte en el peor enemigo del crecimiento, y el potencial empleador prefiere esperar a que el panorama político se aclare antes de comprometerse con un costo fijo, como es un nuevo contrato indefinido.

Paradójicamente, la llegada de noviembre y diciembre trae un alivio temporal para las estadísticas: el auge del empleo de temporada. En época navideña, el retail y la logística asociada disparan la demanda de trabajadores, principalmente en las áreas de ventas, packing, bodegaje y soporte. Si bien estos empleos ofrecen un respiro económico, son por naturaleza circunstanciales y de corto plazo, no resuelven el problema de fondo del desempleado, que busca estabilidad y proyección profesional. El alivio de diciembre puede convertirse en la frustración de enero, cuando estos contratos ya no están.

A nivel personal, la combinación de alto desempleo e incertidumbre política genera un clima de angustia y desmotivación. En la búsqueda de empleo no solo se compite con otros postulantes, sino también con la cautela corporativa.

Es de esperar que la nueva administración entregue la estabilidad tan esperada en las empresas para que se reactiven las contrataciones, y den un respiro a las familias que no lo han pasado bien y que forman parte de ese porcentaje de desempleados que aún esperan por una oportunidad.

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