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Iván Arriagada: “La industria minera en Chile es un pilar fundamental para sostener la agenda social en el largo plazo”

  • El presidente ejecutivo de Antofagasta Plc, compañía controlada por el grupo Luksic, está convencido de que el sector minero debe ayudar a financiar la nueva agenda social que está construyendo el gobierno para enfrentar la actual crisis. Sin embargo, advierte que para que ese aporte sea permanente, el rubro tiene que crecer y ser competitivo para no afectar la inversión extranjera.

(Por la relevancia que tiene el Grupo AMSA en la industria minera de Chile, damos a conocer esta entrevista a Iván Arriagada, publicada en la edición del domingo 15, en LaTercera-Pulso y realizada por la periodista Carolina Pizarro).

La forma en que Chile logre salir de esta crisis es vital, indica Iván Arriagada, presidente ejecutivo de Antofagasta plc. El directivo de la minera ligada al grupo Luksic piensa que, si se logran acuerdos y existe una mayor cohesión social, Chile será en el futuro incluso un mejor país para acoger inversión extranjera. Es que el estallido social que comenzó la tarde del viernes 18 de octubre tiene al economista respondiendo las inquietudes de los inversionistas externos, los que miran con sorpresa lo que está sucediendo en el país. “Para los inversionistas existía la percepción de que Chile era un país con una relativa estabilidad. Y también con reglas del juego que se han mantenido por muchos años, por su marco legislativo y regulatorio”, dice.

 

Por eso, la compañía -que en Chile opera las mineras Antucoya, Centinela, Zaldívar y Pelambres- quiere aportar para que la nueva agenda social del país tenga un sustento permanente y de largo plazo. Pero es cauteloso, porque si bien estima que la minería debe cumplir un rol, advierte que este debe ser siempre cuidando la competitividad de la industria. Hoy estamos en una encrucijada, porque tenemos que resolver como país cómo es la salida a esta crisis, en el plano de completar la agenda social y los cambios que se han formulado. Creo que cada uno tiene una responsabilidad individual en esto y también desde el rol que nos toca jugar a cada uno”, señala.

Y para cumplir parte de ese papel, la minera anunció esta semana un nuevo límite de ingreso mínimo para los colaboradores que presten servicios permanentes en las faenas y oficinas, los que tendrán, a partir de enero de 2020, una remuneración bruta mensual de 500.000. Lo que se une con la petición de que cada empresa colaboradora acredite que cuenta con un seguro complementario de salud para el trabajador y su grupo familiar, por un mínimo de 500 UF al año, y contratar un seguro de vida por muerte accidental de al menos 1.000 UF. Todo esto, que beneficiará a cerca de 3.000 trabajadores, implica un costo de US 6 millones por año para la compañía. Pero, además, la firma estableció que pagará a 15 días a sus proveedores y cambiará las bases de licitación para entregar mayores facilidades en la adjudicación de futuros contratos. Esto es algo que veníamos trabajando y vemos una tremenda oportunidad para potenciarlo dadas las necesidades de hoy, que están muy centradas en recuperar el dinamismo económico que, de alguna manera, ha sido afectado por las condiciones sociales que hemos tenido”, explica Iván Arriagada.

 

¿Estas nuevas medidas responden a una agenda propia que está impulsando el grupo Luksic?

La respuesta es sí. Es parte de la agenda del grupo y lo ha sido en el pasado. Hace 12 años que el grupo tiene un ingreso mínimo para los trabajadores de las empresas contratistas. Creemos que, desde el punto de vista social, este es un ámbito en el cual esta industria puede mejorar esa condición. No digo que todos tengan que hacerlo, pero en la industria minera creemos que sí es posible pensar en condiciones de ese tipo y por eso se ha mantenido como una política y una preocupación social de muchos años y que hemos ido y seguimos profundizando.

 

¿Cuál es el aporte que debe hacer el sector minero para solucionar, en parte, esta crisis social?El financiamiento de esta agenda social es clave y la industria minera en Chile es un pilar fundamental para sostener la agenda social en el largo plazo. Por eso nuestra principal contribución tiene que ser esa, y pasa porque nosotros podamos mantener nuestra actividad para poder sacar a Chile adelante.

 

¿Esta contribución tiene límites o condiciones?

Hay que hacerlo responsablemente, porque no sacamos nada con tener una agenda social que no tenga financiamiento. Debe estar financiada en el largo plazo y de forma permanente. Eso me parece que es sumamente importante y en ese sentido, la industria minera es un pilar clave. No tengo una respuesta particular. Lo que digo es que cuando uno mira la carga tributaria y los efectos de los cambios en los tributos, es importante pensar en la competitividad de la industria.

 

Entonces, ¿un cambio en los tributos hoy podría afectar?

Hay que mirarlo en ese contexto, porque esta industria compite globalmente con capitales que pueden, eventualmente, privilegiar proyectos en otras partes. Si uno mira la tributación minera que tiene Chile, esta excede el 40% y está dentro del estadio de aquellos países donde más se tributa. Además, muchos de los cambios a la estructura tributaria son transversales, es decir, que afectan a la industria minera y a otros sectores económicos también y eso ha estado en la agenda y la industria participará de acuerdo a cómo esos cambios terminen haciéndose. Y respecto a tributos particulares, lo importante es que cuando se estudie, se vea el impacto sobre la competitividad de la industria, porque no queremos que el sector termine siendo eclipsado por inversiones que se van a otras jurisdicciones. Es conocido, por ejemplo, el aumento de competitividad que ha tenido Perú, que ha sido un polo de atracción de inversión minera importante.

 

¿Las inversiones se podrían ir hacia allá?

Hoy estamos en una situación privilegiada para seguir contribuyendo al desarrollo de Chile, pero tiene que ser de manera competitiva, tiene que ser una industria que pueda atraer inversión extranjera y para eso es sumamente importante tener reglas del juego claras y tener niveles competitivos. Cualquier estudio que se haga de la carga tributaria de la minería tiene que tener eso muy en el centro de su análisis.

 

¿Eso se ha conversado, porque sabían que el sector tendría que hacer un aporte para superar esta crisis?

Justamente lo que queremos es preservar la salud de la industria minera para que pueda seguir compitiendo globalmente y para que siga aportando recursos a Chile. Hay que tener en el centro de esa discusión la competitividad y mirarla desde esos términos. Lo otro es una especie de ilusión. Es decir, pensar que uno puede crear riqueza sin sostener una actividad económica que tenga inversión, desarrollo y crecimiento.

¿La industria estaría dispuesta a aportar a un tema en específico, en este caso el CAE, o solo están considerando aportar a la agenda en su globalidad?

No me corresponde hablar por la industria, pero insisto en que lo que corresponde y lo central en cualquier estudio que se haga de los aportes que pueda hacer esta y otras industrias, es mantener la competitividad.

Antofagasta Minerals, antes de la crisis, ya hablaba de incertidumbre para invertir por los proyectos de ley que se están tramitando aún en el Congreso. Hoy la situación es todavía más compleja, considerando el ambiente y el cambio constitucional que se quiere realizar. ¿El grupo privilegiará a Chile o mirará otros distritos para materializar sus inversiones futuras?

-Nosotros somos una compañía que tiene inversionistas institucionales afuera, porque estamos enlistados en Londres, e indudablemente que a propósito de lo que ha ocurrido en Chile, hemos recibido preguntas. Es un factor de incertidumbre adicional, no cabe la menor duda. Sin embargo, nosotros tenemos nuestro plan de inversión y lo vamos a mantener. Estamos desarrollando el proyecto de infraestructura complementaria en Pelambres, estamos próximos a comenzar con una inversión para optimizar las recuperaciones en Zaldívar, por lo tanto, nuestra visión es que este es un momento donde tenemos que contribuir y estar, a pesar de la mayor incertidumbre. Por eso mantenemos nuestro programa de inversión que está previsto para el año 2020.

 

¿Cuál es la mayor inquietud que le han manifestado los inversionistas sobre la nueva realidad chilena?

Creo que ha habido sorpresa, sin lugar a duda, porque en el contexto particular de la región, para los inversionistas existía la percepción de que Chile era un país con una relativa estabilidad. Y también con reglas del juego que se han mantenido por muchos años, por su marco legislativo y regulatorio. El ruido existe y también la inquietud, pero también diría que son épocas de prueba, donde se pone justamente a prueba la capacidad que tiene el país y sus instituciones para poder procesar estas demandas y estos cambios. Creo que hay mucha expectativa respecto de eso. No hay un juicio definitivo.

 

¿La crisis cambió la percepción sobre la estabilidad que existía en Chile?

Depende mucho de cómo logremos salir de la situación actual. En la medida en que esto sea un factor que nos permita buscar acuerdos que den una mayor cohesión social y que permitan una sociedad con prosperidad más equilibrada, podría ser un factor positivo. En la medida que sea posible resolver los problemas de orden público -para no tener la violencia que hemos tenido-, abordar la agenda de cambios constitucionales y la agenda social, pero de una manera que ponga el bien común y el largo plazo adelante y se traduzca en cambios que permitan resolver las demandas sociales, pero preservando también la capacidad que el país tiene de poder seguir atrayendo inversiones y desarrollándose, podría tener un factor positivo.

 

¿Ve que ese camino se está dando?

Creo que el partido lo vamos a jugar ahora, en los próximos 12 meses. Depende mucho si esto se logra encauzar para un cambio positivo, un cambio que permita consolidar un modelo social más robusto. Entonces, no será un problema y desde ese punto de vista Chile podrá incluso ser mejor para la inversión extranjera.

 

Al explicar lo que sucede a los inversionistas, y ahora le suma la discusión constitucional, ¿cómo reaccionan?

La principal sorpresa y rechazo es más bien a la situación de orden público y cuando se mueve la discusión al ámbito constitucional, como esa discusión es temprana y preliminar, no hay aún una apreciación de lo que eso pueda significar.

¿Asusta el cambio constitucional?

Produce incertidumbre, sin lugar a duda, porque tenemos un cierto marco regulatorio que será reemplazado, por lo tanto, produce un nivel de incertidumbre mayor si es que ese tema no estuviera sobre la mesa. Ahora, la capacidad que tengamos para ir resolviendo esas diferencias será determinante, pero sí produce incertidumbre.

¿El tema constitucional cambia la agenda del grupo?

En el debate constitucional es importante que como industria podamos plantear los impactos que tienen los distintos cambios que puedan plantearse en su momento, pero ya llegará el momento para hacerlo. Me imagino que la elección del órgano constituyente reflejará toda la diversidad de puntos de vista. Nosotros vamos a estar atentos a esa discusión, que está en el ámbito político y que les corresponde a otros actores, pero estaremos atentos.

 Acuerdo China y EEUU: ¿la relación será distinta a la que se daba en el pasado?

¿El país tendrá un buen 2020?

2020 será un año bien determinante para el país. No hay empresa exitosa en un país o en una sociedad que fracasa. En la medida que como país logremos solucionar los problemas que tenemos y logremos construir un país con mayor cohesión y miremos hacia adelante con optimismo, a la empresa le irá bien. Nuestra suerte está íntimamente ligada a cómo le va al país.

¿Cómo se ve el mercado del cobre para el próximo año?

En el ámbito del mercado del cobre, si se despeja un acuerdo tarifario entre China y Estados Unidos, creemos que podemos ver una tendencia progresiva y moderada de mejora en el precio del cobre. Algo de eso hemos visto en los últimos días. El precio del cobre ha estado bordeando los US 2,70 la libra, por lo tanto, creemos que eso es una buena noticia en la medida que se consolide y en la medida que esto permita contar con un precio del cobre un poco más favorable.

 

¿Hay una estimación de un mejor precio para el próximo año de la mano de un alza de la producción industrial, comparte esa visión?

La comparto con relativo optimismo, porque si uno mira los indicadores económicos, es cierto que lo que se ve en Estados Unidos es una economía que se mantiene con niveles de crecimiento y de empleo importantes. Sin embargo, no es un gran consumidor de cobre. El grueso está en China y en Asia, y lo que vemos es que China viene moderando su tasa de crecimiento. Lo que proyectamos es probablemente un crecimiento en la demanda de cobre de China el 2020 del orden del 1%, bastante moderado, pero con una base de consumo grande. Eso nos permite ser moderadamente optimista respecto del precio. Ahora, si uno mira la economía europea, está en condiciones bastante más precarias y han estado con contracción económica y algunos desequilibrios, no se ve muy optimista por ese lado.

 ¿Los avances en un acuerdo entre China y Estados Unidos mejoran las expectativas?

Hay un factor importante al que tenemos que acostumbrarnos y tiene que ver con que la relación entre China y Estados Unidos será, en el largo plazo, distinta a la que se daba en el pasado. Hay una nueva relación y una especie de nueva guerra fría geopolítica entre estas dos potencias, que tiene que ver mucho más con la competencia en el plano económico y del predominio económico. Por eso, enfrentamos un entorno con mayor incertidumbre y eso no creo que vaya a cambiar a pesar de que se llegue a un acuerdo por el tema tarifario. Se mantendrá un nivel de tensión distinto al que estábamos acostumbrados antes, cuando había un escenario más de cooperación entre China y Estados.

 

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